jueves, 25 de agosto de 2016

De profesiones y frustraciones...

No es que me haya levantado un día diciendo - ¡oh que gran descubrimiento!, quiero ser docente por el resto de mi vida. Mas bien esto se ha dado por los avatares del destino, cosas que jamas planee, situaciones que jamas preveí ( no se, no recuerdo si así  se escribe) y que pensaba por un momento que la vida era mas sencilla de lo que creía.

Para esto tal vez deba remontarme al principio... Nunca me gusto la escuela y su aburrido modo de ver la vida y de quitar de los cerebros de los estudiantes rastros de creatividad, nos enseñaban a ser borregos o mas bien  nos quedábamos ahí... pero no impotentes, mas bien alienados viendo la vida pasar sin motivación alguna. con el paso de los años, pero de igual manera indecisa, inexperta y bastante confundida, me gradué del colegio sin merito alguno, como una mas, y pensando que debía estudiar algo porque en algún momento tendría que vivir de eso. No sabia como se buscaba, solo tenia la frase que mi papá me había dicho el día que debía empezar a buscar una carrera universitaria -"Yo no puedo pagar una universidad privada en estos momentos, si quieres estudiar, busca una universidad publica, preséntate a algo y ponte a estudiar", me di a la tarea de hacerlo, de buscar algo que no tuviera que ver con las matemáticas, pues en esos tiempos de inmadurez solo pensaba en estudiar algo "fácil" porque nunca había creado un habito de estudio verdadero ( y aun no lo tengo).

Ya estando en la universidad, todo fue diferente, todo me gustaba, y casi que a las malas aprendí a leer, a redactar, a trabajar en grupo, a ser disciplinada y a amar lo que hacia. Fueron los cinco años mas hermosos de mi vida, fui realmente feliz y no hacia falta mas. pero esos cinco años se pasaron tan rápido... 

Ahora debo volver al presente, y también, debo ligarme al titulo de esta entrada... ya que al leer todo el texto uno podría preguntarse ¿pero cual frustración? si todo va muy bien, ¡PUES NO! Aquí nada va bien, aquí estamos "jodidos pero contentos" como diría Concha Buika. Desde hace tres laargos años vengo siendo algo que nunca había querido ser, Docente, docente de Ciencias Sociales de bachillerato (una vez en primaria y casi quedo loca) 
Todos los días me levanto a las malas, madrugando, para salir a coger el bus y llegar a un lugar que no me gusta, con gente que no me gusta a hacer algo que no me gusta y lo reproduzco a diario, esperando el fin de semana, unas vacaciones, un día feriado, o cualquier cosa posible para no tener que ir a ese lugar a verle la cara a 147 mocosos que hacen lo que se les da la gana, que le escupen a uno en la cara toda su desidia y mala actitud y sus pocas ganas de aprender lo que sea que se les enseñe. También se ha convertido para mi en una completa desmotivacion todo lo que ocurre en torno a este lugar, donde ademas no existen garantías en esta profesión, donde a final de año le pagan a uno una liquidación de mier... con la cual tiene que vivir tres meses, pagando deudas, arriendo y todo lo que haga falta, con la cual usted tampoco puede cubrir los gastos de sus hijos, ni salir a pasear y ademas esperar hasta el mes de marzo para recibir unos miserables pesos con los que tendrá que sobrevivir otro mes, sin poder ahorrar ni pensar en en un futuro prometedor.

Después de toda esta retahíla de resentimientos he llegado al consenso de que no quiero seguir mas en este "cuento" no me gusta, no me interesa, no me hace feliz y no me siento plena y tampoco quiero arruinarle la vida a todos esos niños (que se la arruinen ellos mismos) me canse de decirles lo que creo que es la vida que respeten y que aprendan, pero ni por un lado ni por el otro, así que mejor alzo mi vuelo y me voy, para otro lado, donde sea, que no sea otro colegio, con mas niños, que hacen que me enferme mas y me convierta en lo que siempre temí: "Una vieja de mierda, amargada y horrible"


http://www.solodelibros.es/nunca-quise-ser-profesora

miércoles, 4 de enero de 2012

Hoy...

Hoy particularmente necesito desahogarme y escribir, y ojala pudiese gritar, porque las cosas siempre deben suceder de este modo, absurdo, barato y a la vez sin sentido, se que no debería darle importancia a este suceso, que no lo merece en tal magnitud, y hoy, no quiero hacerme preguntas ni agradecer, ni pensar en destinos imaginarios, que tal vez solo Yo los veo, en mi cabeza; como sucedió hace algunos meses y como pasa ahora con usted, quisiera dejar todo a un lado y pensar en un "nunca mas"...
Lo vi y con eso llegue a conformarme, aquí es donde no encuentro por ningún lado el control de mis sentimientos, buscar la manera mas sensata de dar la vuelta y hacer de cuenta que jamas paso, que en realidad no se hace merecedor, ni del papel, ni de las letras, ni del tiempo que estoy empleando para esto.
Suspiro cada vez que lo pienso y recuerdo los juegos de niños, recuerdo su rostro sin aparente asombro y su actitud desconcertante ( ahora verdaderamente la entiendo)... me pregunto ahora que habrá pasado en ese momento por su cabeza, tal vez sin dejar la frivolidad completamente de lado, saber que pensaría de mi, de la manera como yo lo hice con el, su cabellera, sus ojos, su barba, su piel, sus zapatos, ese olor, y todos esos detalles que para mi paralizaron el tiempo, había millones y nadie, el y yo, el que no deja la costumbre de aparecer de la nada y envolverme con sus palabras, que esta vez no salieron de su boca, esa boca que no quiso manifestar mayor cosa, que no quiso acercarse a la mía y beber un poco de mi.
Esa espera larga en la que jamas se concreto nada, en la que hizo a un lado mi vida, después de que la envolvió de la manera que quiso y yo al prevenir no hice mas sino esperar a que algún día usted llegara a mi con nuevas intenciones, pero creo que he perdido demasiado y que usted ya se ha hastiado de mis juegos, de mi infantil esencia, de las pocas manifestaciones que al final dieron un vuelco en el que pudo sentirse presionado... lo que mas triste me deja es que paso por su vida sin huella alguna, porque usted no lo quiere así, ¿miedo? ¡a que! no se, y no me importa, me hace daño pensar en usted después de que me saco de tal manera de su vida y no lo acepta, bien yo ya lo hice... en algún momento su vida y la mía se cruzaron Y no se en que momento sucedió todo esto... ademas de permitirle que lo hiciera, ¿de cuando acá comenzó a significar algo? el día en que me hizo a un lado.
Extraño de sobremanera sus palabras, pero su comportamiento frío e inerte con el tiempo borrara todo lo que pueda estar sintiendo por usted. ademas en realidad jamas estuvo, su presencia era demasiado fugaz pero ensordecedora, usted con su retorica me expuso, me desnudo yo temerosa nunca fui capaz de arriesgarme a que me regalara un pedacito de su vida, carnal, presente, sin mas que usted y yo viéndonos sin nada de por medio, como AYER, pero perfecto... y ahora lloro, por usted, No, por mi, por Amy por la música que me invade en estos momentos que desgraciadamente empleo en pensarlo, que desdichadamente han sido las ultimas 72 horas en las que su imagen no se ha apartado de mi ni un solo instante; ahora que lo pienso no me molesta que invada mis pensamientos, lo que me molesta es la inutilidad que he demostrado estos últimos 4 meses en donde he cerrado con broche de oro hablándole de lo que no soy, y de lo que no me importa, porque en ese momento me importaba usted, así, viejo, hombre, orgulloso, grosero, agresivo; yo, sin reacción, con lagrimas en los ojos por ese recuerdo que retumba en mi memoria, esperando algo que no va a llegar algo que usted ha dejado claro.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Esperar a que sean las 8 y que baje el sol, tocarte la puerta. Dejaré que aprietes mi mano cuando te duelan las cosas, si prometes gritar junto a mi las veces que haga falta. No vas a explicarme nada, vas a enseñarme el todo, vas a enseñarme todo lo que significa estar vivo para tí. Y yo me teñire el pelo fuscia como acto de rebelión, y sabes que nunca he sido una buena amante, en realidad, sabes que si hablamos de sentir hace rato me he dado por vencida. Confio en que has venido a salvarme, aunque no sepa de qué. Quiero, si me dejas, regalarte 20 días de sol y 5 de lluvia, una caricia y las canciones que escuché. Llevarte conmigo en el bolsillo, que te me aparezcas los domingos... Supe darme cuenta que eras para mi cuando descubrí que no estoy buscando nada.

lunes, 19 de diciembre de 2011

... Para el que me miró a los ojos...


... Así, de esa manera, como llegaste a mi vida, como llegas a todas partes y tienes la facilidad de robarte la atención de cualquiera, Tú, siempre tan perfecto... eso fue lo primero que pasó por mi mente al mirarte, Tú, que irradias, iluminas, trasciendes, provocas, Tú, al mismo tiempo tan frágil e inestable, tus ojos, tus palabras, esa manera de sentir, bella, única, así como tu, único, perfecto, lleno de hermosos sentires que los mas comunes no comprenden.
Tú así como el sol de aquellos días, acogedor, porque tu así como el, y no seria justo que ese resplandor se apagara, que su magia desapareciera, porque estar sentada a tu lado es estar en un campo de flores, escucharte y comprenderte, he nacido para eso, para disfrutar-te, mirar-te, vivir-te, en medio de tanto estas Tú, tus confusiones, tus angustias, tus anhelos, tus deseos, tus pensamientos, tu bella pero muchas veces incomprensible forma de existir, esa que AMO y que agradezco haberla encontrado, en medio de avatares y de la que siempre estaré ansiosa por saberla, ademas, completamente enamorada de ella y de ti, como un todo, como una base, un soporte para mi incompleto caminar por la vida, ese caminar que por momentos gira en torno tuyo, para verte bien, satisfecho y con la mayoria de tus dualidades bajo control, esas que te hacen un ser único, incomprensible, amable, adorable, confundible, pensable, deseable, y muchas otras "ables", todas las que pasen por tu mente, esa mente, que muchas veces solo llegamos a comprender tu y yo.

Recuerdame como tu cómplice, lo soy y lo seré siempre, siempre estaré ahí, con brazos, mente, oídos y ojos abiertos, dispuestos a ti, mi hombre sugestivo, bello, mio y de tantos, Tú, al que AMO, al niño, ese niño que quieres exterminar, pero que se encuentra, que te grita que lo dejes salir, que no lo mates, y no, no lo hagas, no te destruyas porque te repito:

ERES ÚNICO Y CASI "IN-ENCONTRABLE"...

Te adorare toda la vida.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Salir con chicas que no leen/ Salir con chicas que leen
Rosemarie Urquico
Charles Warnke
Algunas razones para tener en mente al momento de escoger entre la chica del bar o la de la biblioteca, la del maquillaje corrido o la del morral repleto de libros.

Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)
Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela.

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.
Sal con una chica que lee (Por Rosemary Urquico)

Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la sagaCrepúsculo.

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Como siempre

Aunque hoy cumplas
trescientos treinta y seis meses
la matusalénica edad no se te nota cuando
en el instante en que vencen los crueles
entrás a averiguar la alegría del mundo
y mucho menos todavía se te nota
cuando volás gaviotamente sobre las fobias
o desarbolás los nudosos rencores
buena edad para cambiar estatutos y horóscopos
para que tu manantial mane amor sin miseria
para que te enfrentes al espejo que exige
y pienses que estás linda
y estés linda

casi no vale la pena desearte júbilos
y lealtades
ya que te van a rodear como ángeles o veleros
es obvio y comprensible
que las manzanas y los jazmines
y los cuidadores de autos y los ciclistas
y las hijas de los villeros
y los cachorros extraviados
y los bichitos de san antonio
y las cajas de fósforo
te consideren una de los suyos
de modo que desearte un feliz cumpleaños
podría ser tan injusto con tus felices
cumpledías

acordate de esta ley de tu vida
si hace algún tiempo fuiste desgraciada
eso también ayuda a que hoy se afirme
tu bienaventuranza
de todos modos para vos no es novedad
que el mundo
y yo
te queremos de veras
pero yo siempre un poquito
más que el mundo.

Mario Benedetti.
El amor

En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas.
-Te han cortado?- preguntó el hombre.
-No-dijo ella-. Siempre he sido así.
El la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta.
Dijo:
-No comas yuca, ni plátanos, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Échate en la hamaca y descansa.
Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía:
-No te preocupes.
El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca.
Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba:
-Lo encontré! Lo encontré!
Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol.
-Es así- dijo el hombre, aproximándose a la mujer.
Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos, que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.

Eduardo Galeano.